Infiltración de hinchadas y escuchas telefónicas develaron mafias del fútbol

Durante más de un año se trabajó en silencio sobre 10 grupos potencialmente peligrosos. Hay dirigentes de clubes y políticos en la mira

 

Un dirigente de un club de fútbol le ofreció un arma a un barrabrava para viajar a Buenos Aires y estar “tranquilo”. La voz del hombre quedó registrada gracias a una intervención telefónica judicial.

La investigación también ha comprobado por estas escuchas la compra de drogas en el exterior (medio kilo de cocaína en Buenos Aires, por citar un caso) para su venta en el mercado local.

Además se ha podido establecer la existencia de (varios) viajes al exterior de hinchas -requeridos por la justicia- con cédulas de otras personas.

Detrás de todo estos episodios está la  existencia de verdaderas estructuras mafiosas, con jefes y subalternos, para negociar dinero y entradas a canchas de fútbol, en connivencia de referentes de los clubes y hasta de dirigentes políticos. Según El Observador hay uno seriamente implicado. Según El País, son tres los políticos nombrados en el expediente.

Durante años, estos hechos que suceden alrededor del fútbol uruguayo eran denunciados con insistencia cada vez que ocurría un hecho de violencia mayor.

Pero desde hace más de 15 meses, en silencio, la justicia y la Policía comenzaron un proceso de infiltración de hinchadas y escuchas telefónicas que se dio a conocer ayer en el diario El Observador.

Por primera vez, ocho juzgados coordinaron las investigaciones. El caso es considerado de “crimen organizado”.

Además de Homero Da Costa, otros siete jueces trabajan en casos relacionados con violencia en el fútbol: Gustavo Iribarren (3º Turno), José María Gómez (5º Turno), Fanny Cannesa (6º Turno), Graciela Eustacho (8º Turno), Ricardo Miguez (15º Turno), Julia Staricco (16º Turno) y Huberto Álvarez (18º Turno).

El disparador del caso -coinciden El País y El Observador- es la detención de un barrabrava en marzo de 2013. La investigación era por tráfico de drogas, En la casa se encontraron 50 entradas para ver Vélez-Peñarol en Buenos Aires. También se encontró un ladrillo de marihuana.

Esto determinó el procesamiento de José Aurelio Borba Moreira, poseedor de seis antecedentes penales.

A partir de allí se estableció que Borba había recibido las entradas de “Jorgito” Rivero, uno de los referententes de la barra de Peñarol.

“Jorgito” reconoció que en los viajes al exterior recibe del club al menos un centenar de entradas. La mitad -dijo- siempre son vendidas por él para pagar gastos. En este caso quien le entregó las entradas de “cortesía” fue el inspector retirado Washington Vega, jefe de seguridad de Peñarol.

El Observador destaca que no es una práctica exclusiva de los clubes. Incluso las autoridades -las mismas que llevan a cabo la investigación- han provocado desviaciones en los protocolos de seguridad.

El Ministerio del Interior reconoció oficialmente haber entregado entradas a referentes de las hinchadas de Peñarol y Nacional para tres partidos de local por las Eliminatorias pasadas (Venezuela, Perú, Ecuador), aunque en este caso no existió comercialización.

“Jorgito” admitió en el programa “Voces del Fútbol” que él mismo va a retirar las entradas al Ministerio del Interior por los hinchas de Peñarol.

El ministerio, al asumir su responsabilidad, dio un argumento: la entrega de las entradas gratis es una apelación a “un compromiso” y “un gesto de convivencia”.

Las entradas de cortesía no pueden ser vendidas. Tampoco deberían ser entregadas a grupos de hinchas potencialmente violentos. Esto está explícitamente establecido en el protocolo de seguridad de la Asociación Uruguaya de Fútbol. El protocolo fue firmado por los clubes y también por el Ministerio del Interior.

La filtración del caso en la prensa es vista desde la justicia como un hecho que perjudica la investigación. Ni la Policía ni la justicia admiten que la información haya salido de allí.

“Tengo un dolor enorme porque se esfuma todo el esfuerzo que se hizo durante casi dos años, tratando de meter mano en las barras bravas”, dijo a Montevideo Portal el juez penal Homero Da Costa, que lidera el trabajo de consecución de datos.

Según El Observador, los servicios de Inteligencia han seguido de cerca a diez grupos de barrabravas vinculados a clubes de fútbol.

Las hinchadas que generan mayor alerta son las de Peñarol, Nacional y Cerro.

Por ejemplo, un grupo denominado La Caterva, lidera parte de la hinchada de Peñarol desde los años 70.

Está integrada por varios subgrupos: Los Feos, la 14, la “Del León”, la “de El Tuerto”, y la “banda de Maxi”.

Tiene confrontaciones cotidianas con barras de Nacional, Villa Española, Defensor, Danubio, Cerro y Cerrito.

Las barras de Nacional ha sido unificada por “La Banda del Parque”, ahora encargada de la seguridad del club. Tienen fuerte enemistad con grupos de Peñarol y Cerro. Entre sus aliados están la barra de Villa Española y Cerrito.

La Policía uruguaya está estableciendo conexiones con sus pares brasileños y argentinos, ya que se sabe que hay fuertes vinculaciones entre las hinchadas de fútbol.

En Chile la Policía pidió asesoramiento a su par uruguaya. Se habla del “modelo uruguayo” a partir de esta investigación que va más allá del límite de las tribunas y cuyo objetivo es dejar sentadas las bases de un mayor control sobre la violencia organizada.

 

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